Pasión por la montaña, pasión por la vida

La primera entrevista de esta sección, que estrena hoy Agricultor Genuino,  viene de la mano alpinista aragonés José María Galve. Este español, a sus 28 años ha recorrido más de medio mundo, y bajo las palmas de sus manos ha apretado con fuerza algunas de las paredes más altas del mundo.

José María Galve
José María Galve

AG: Impresiona ver la diversidad de países a los que has viajado y todas las paredes en las que te has colgado: Montañas Rocosas, McKinley, Alpes, Pirineos, Los Andes, El Atlas, Tailandia, Himalaya, Dolomitas…Podríamos seguir pero más bien parecería una lección de geografía mundial. De todas estas, ¿hay alguna que te haya impresionado más, o que se te haya quedado grabada de una forma más especial?

JMG: Pues la verdad que en todas ellas he vivido momentos especiales, momentos de miedo, de alegría, de impotencia… Gracias a la escalada he podido recorrer el mundo, conociendo formas de vida muy diferentes y permitiéndome entender cada día un poco más, caras poco visibles de la vida que a veces, por nuestra vida frenética y atropellada, pasamos por alto. Al final, no son las paredes ni los lugares, son las personas.

AG: ¿Y si tuvieras que quedarte solo con uno de esos lugares mágicos que mencionabas?

JMG: (entre risas) ¡Me lo pones más difícil que algunas ascensiones eh! Pues la verdad que, si tuviera que decir un solo nombre, me quedaría con el Pirineo Aragonés; ha sido el lugar en el que tuve mis primeros contactos no solo con la roca, sino también con la montaña hace ya más de 15 años. Ha sido mi cuna, sin duda.

AG: Como ya sabes José María, desde Agricultor Genuino trabajamos para poder desarrollar una mayor conciencia por una producción de alimentos más sostenible y, en definitiva, por lograr interaccionar con el medio ambiente de una manera más equilibrada y respetuosa. En este sentido, ¿cómo dirías que ha cambiado la escalada tu forma de relacionarte con la naturaleza?

JMG: Desde muy temprana edad sentí un vínculo muy fuerte con la naturaleza, que aún hoy en día me cuesta describir y explicar. Esa sensación de estar colgado y poder ver como va saliendo el sol, poco a poco, sin prisa, con una rutina milimétrica y a la vez tan especial y diferente un día de otro, eso es como me gusta decir (sonríe de nuevo): ¡Rock and Roll! Valoro poder respirar aire puro, ver a los animales de cerca, escuchar a los pájaros, oír caer durante horas el agua de un manantial… Ciertamente eso es vida. Lo mires como lo mires, eso es Rock and Roll. Siempre he sido más de roca o de hierba que de asfalto.

AG: ¡Vaya! Contado de esa manera me está apeteciendo a mí unirme a tu próxima expedición. Creo que lo de subir paredes no se me va a dar demasiado bien, pero la parte del Rock and Roll… ¡me gusta, me gusta!

José María Galve en plena ascensión
José María en plena ascensión

JMG: ¡Claro! Esa esa es la recompensa que una vida como la que llevo ahora me entrega día tras día. Al final, cuando decides dejar una vida de esas que llaman “estable” por dedicarte en cuerpo y alma a la escalada, sabes que pierdes ciertas cosas y comodidades, pero ganas muchas otras que hacen que esto valga la pena.

AG: O sea que dejaste prácticamente todo por dedicarte a la montaña. La verdad que es un paso, que en estos días que corren, no tiene que ser fácil. ¿La gente de tu entorno te apoyo? ¿Entendieron el porqué de tu decisión?

JMG: Al final creo que no se trata tanto de que lo entendieran -que te puedo decir que fueron pocos los que lo entendieron (apunta entre carcajadas mientras baja la voz)-, con lo que yo me quedo es que al menos respetaron mi decisión y no trataron de cortarme las alas. Con el paso del tiempo vieron que esto era lo que me hacía feliz, lo que le daba el sentido a mi vida y lo que vertebraba mi existencia; y no lo de antes.

AG: Imagino que entre tanta aventura y tantas experiencias positivas también se habrá colado alguna experiencia dura o poco agradable. ¿Qué ha sido lo más duro que te ha tocado vivir en la montaña?

JMG: Buf…sin duda los amigos que año tras año se van quedando en las montañas, los que no regresan de ellas…Eso es muy difícil de asimilar. La gente desde fuera piensa que el hecho de que vayamos tan preparados -con buen material, con años de experiencia, con conocimientos técnicos de escalda- podemos evitar que pasen estas cosas; y eso no es así. La montaña no siempre responde en función de lo que nosotros hagamos, no acata las normas humanas, no atiende a nuestros ruegos. Obviamente, el cumplir los puntos que te comentaba, es algo que ayuda y que es necesario para cualquier expedición. El ir preparado a la montaña no lo veo como una salvaguarda ni como un añadido, lo veo como una obligación. El no hacerlo así, es simplemente una inconsciencia. He visto gente muy preparada, y que por supuesto cumplía todos estos puntos, perder la vida allí arriba. El riesgo cero no existe.

AG: Y con todo esto que me cuentas, ¿nunca te has planteado dejar la montaña?

JMG: Jamás (responde tajante). Sé que es muy difícil de entender, pero esa parte indómita y caprichosa de la montaña es uno de los grandes atractivos de la montaña, el imán más potente. Probablemente, si en un mundo ideal, existiera la posibilidad de escalar montañas a riesgo cero, sin imprevistos y teniendo todo bajo control, muchos de los que estamos en este mundo no elegiríamos ser escaladores. Mucha gente dirá que es “adrenalina” pero yo lo veo más como una forma de sentir la fragilidad humana, de sentir que si estamos vivos -escaladores y no escaladores- es porque la naturaleza lo permite.

AG: Como ya sabes desde Agricultor Genuino, abogamos por tratar de promocionar el desarrollo rural y por darle visibilidad a la gente que desarrolla sus actividades en él. Ahora vives en un pueblo, ¿siempre has estado vinculado al mundo rural o es algo nuevo para ti? ¿está siendo fácil?

José María Galve en su furgoneta tras finalizar una escaldada
José María en su furgoneta tras finalizar una escaldada

JMG: He pasado los últimos cinco años viviendo en mi furgoneta, siempre alejado de las grandes urbes, y a poder ser al pie de las montañas. Viajo y escalo todo lo que puedo, voy de aquí para allá, aunque ahora, en cierta manera, he asentado mi “campo base” en un pueblo. Alterno días en la casa, con días en la furgoneta. No me gusta catalogar las cosas por fáciles o difíciles, simplemente mi filosofía es poner los esfuerzos y mis energías en aquello que me acerca hacia lo que me hace ser feliz.

AG: No queremos robarte más tiempo José María, ha sido todo un placer contar contigo para realizar esta entrevista. Esperamos poder verte pronto de nuevo por Agricultor Genuino.

JMG: Siempre es un placer poder hablar de mi gran pasión, además os sigo desde que empezasteis. Gracias.

 

(Con un gesto amable con sus manos, con el que parece decir “pues esto ha sido todo”, podemos ver en ellas la dureza de haber agarrado tantas y tantas rocas. Esta dureza, únicamente la hemos visto en sus manos, ya que ha mostrado durante toda la entrevista – y según nos cuentan los que le conocen es así siempre- un gesto amable y una sonrisa constante. Quizá sea esta, la sonrisa impertérrita e inalterable que adquieren aquellos que han podido tocar el cielo, y han vuelto para contarlo.)